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Cómo Bestcycling me ayudó en un mal momento

A día de hoy, la vida de todos nosotros tiene millones de altibajos. Demasiada presión en el entorno laboral y por si fuera poco, nosotros mismos nos generamos una presión de mejora diaria que hay veces que no somos capaces de gestionar.

Cuando estamos en la superficie todo funciona bien, navegamos con un rumbo claro y nos sentimos capaces de batallar con las olas que vengan a por nosotros por muy violentas que sean. Pero cuando nuestro mundo se revoluciona y el rumbo no es tan nítido, es muy posible que la combinación de tormentas, haga que de repente todo lo que antes era fácil, se vuelva complicado, todo lo que antes teníamos realmente claro, empiece a no estar tan claro, todo ha cambiado, nuestra perspectiva y nuestras preferencias ya no son las mismas. Por “suerte” nos encontramos en el fondo del océano, luchando por volver a la superficie.

Y digo por “suerte”, porque ahora somos capaces de empezar de cero, de mejorar muchas cosas que antes no nos gustaban o de cambiar radicalmente nuestro rumbo para ser el nuevo capitán de nuestra propia embarcación.

No es fácil lidiar con el fondo, con la oscuridad y con el cambio. No es fácil encontrar el camino a la superficie y volver a ver la luz del sol. No es fácil volver a sonreír pero sí es posible.

Es posible siempre y cuando nos dejemos guiar por alguien que nos comprenda y que tenga las herramientas para volver a salir.

Y ahora te preguntarás… ¿a este tío que tuerca se le ha roto? Tranquilo, sigo igual de “cuerdo” que siempre…jejeje, pero también tuve mi momento de tormentas y con la perspectiva de los años, he visto claras las herramientas que me hicieron salir del fondo. Y lo mejor de todo es que gracias a nuestro trabajo tratamos con cientos de personas y vemos muchos casos en los que lo mismo que me hizo salir a mí, les ha hecho salir a ellos/as. No es un simple caso aislado, es una regla que no deja de repetirse bajo el mismo patrón.

Este mundo de locos como es el ciclo indoor, tiene muchas acepciones positivas. Ya hablamos sobre los beneficios a nivel físico que puede aportarnos el entrenamiento, siempre controlado y bajo la supervisión del instructor. También hablamos sobre las emociones que nos transmite, ese típico momento toalla, ese grito de alegría cuando aparece nuestra canción favorita o cuando el instructor dice la palabra clave para darnos el último empujón, es pura emoción. El terreno mental, la fuerza bajo la sombra, también la conocemos. Pero hoy apartamos la vista de los beneficios “tangibles” para enfocarnos en el núcleo de todo el meollo, el terreno más desconocido de todos. La llave que puede abrir la puerta a nuestra salida.

EL CAMBIO

Cuando estamos bajo la tormenta, no sabemos muy bien ni qué hacer. Pero por X o por Y, un amiguete nos dice que le acompañemos al gimnasio, que allí conoceremos a gente nueva y que será divertido. Nosotros también tenemos ganas de algún cambio radical y además no tenemos nada que perder, así que aceptamos la invitación y nos calzamos las deportivas, a ver qué pasa. Nuestro amigo nos mete en una sala, con un montón de bicicletas (de esas estáticas que no se mueven del sitio) con el objetivo de por lo menos distraernos un rato, su frase antes de entrar es: “Deja todo fuera, ahora no es momento de pensar en nada, simplemente disfruta de la música y dedícate a darle vueltas a tus pies.” Tú piensas: “Parece fácil”, pero sabes que tu cabeza va a muchas revoluciones últimamente y probablemente no sea “tan fácil”.

Empieza la clase, nuestro instructor nos marca todas las directrices que tenemos que seguir y aunque por ahora sólo hayamos pillado la mitad de lo que nos dice, simplemente tenemos que rodar y sudar ¿no? Pues vamos a darle…

-¡Ey! ¡Esta canción es de nuestros tiempos! ¡Qué buena! ¡Hacía mucho que no la escuchábamos! (Primer momento de emoción, que nos hace soltar toda la carga interna que llevábamos y conectar con la movida que hay dentro de la sala)

Ahora nuestro instructor nos pide algo más de carga… un poco más de trabajo… le damos vueltas a la rueda hasta que lo encontramos y sorprendentemente ¡podemos con ello!

  • Estamos en el primer descanso de la clase. Acabamos de subir por lo menos el Tourmalet, o esa es la sensación que tenemos en este mismo momento… y la gráfica nos dice que aún quedan otros dos altos aún más intensos que este que acabamos de hacer, ¡madre mía!, de esta no sabemos si vamos a salir vivos, y si lo conseguimos… a este “amiguete” ¡no lo perdonamos! ¡Vaya liada!
  • Seguimos dándole vueltas a los pedales, no sabemos muy bien qué es lo que nos aportará todo esto, pero seguimos adelante, hay algo que tira de nosotros y nos dejamos llevar. (Entra la fuerza en la sombra, teníamos un objetivo, que era acabar la clase con nuestro compi y lo vamos a conseguir…).
  • Entramos en la recta final de la clase, los últimos minutos y los más intensos de todos. Llevamos unos 40 minutos moviendo las piernas y hemos conseguido conquistar cada punto de trabajo que nos marcaba el profe, adaptado a nuestro nivel, pero ¡ey!, ahí hemos estado luchando todos juntos.
  • Momento de descanso, de vuelta a la calma y de disfrutar de todo el trabajo que hemos hecho durante la sesión. Pura liberación de endorfinas. Por unos minutos nos sentimos imparables. Nos sentimos parte de algo y capaces de superar otro Tourmalet, pero de los de verdad… se nos ha olvidado por completo la razón de porqué estábamos aquí.
  • Vamos a por la ducha, compartimos sensaciones con los compañeros en el vestuario y vemos la pasión con la que hablan de esta actividad. Lo curioso, es que hoy, nosotros, hemos sentido todas esas cosas que nos describen los más experimentados en el tema.

LA REFLEXIÓN

Una vez ya acabada la primera aventura, no podemos dejar de pensar en las sensaciones que esa sala de “bicicletas estáticas” nos ha generado. Tenemos ganas de volver a sentirlo. Tenemos ganas de volvernos a olvidar un rato de todo y enfundarnos de nuevo el traje de superhéroe, ese que nos hace sentirnos casi invencibles y que podemos con cualquier ola que venga a por nosotros, por muy violenta que sea. Ya estamos enganchados. Ya tenemos la llave que abre la puerta de salida. Y te voy a explicar por qué sentimos esto.

No te voy a mentir, los problemas diarios siguen fuera, todo no se arregla simplemente acudiendo al gimnasio y dando clase de ciclo indoor, por ahora, no somos magos, pero la forma de afrontarlo es diferente, vemos otros caminos, otras soluciones más optimistas y positivas.

Cuando estamos en uno de los peores momentos de nuestra vida, cuando vemos que todo se nos derrumba por dentro, es como si estuviéramos en el fondo del océano, a oscuras, sin luz, sin rumbo y sin saber hacia dónde tenemos que dirigirnos. Y ese día, con ese amiguete, hemos visto un destello de luz, destello de luz al que nos agarramos porque por ahora, es lo único que nos mantiene vivos. Destello de luz al que podemos agarrargarnos dándonos una oportunidad de encontrar algo que nos vuelva a ilusionar y que pueda hacernos sentirnos más vivos.

Ese pequeño rayo de luz viene en forma de reto conseguido, de una gráfica que al inicio de clase nos parecía inconquistable, y la hemos conquistado. En forma de sonrisa del profesor cuando al finalizar la sesión nos choca la mano y nos dice: ¡Campeón! En forma de una buena charla con nuestros compañeros de batalla en el vestuario. Y si tienes suerte, y ese día toca rehidratarse en condiciones, en forma de caña después de salir del gimnasio.

Entramos en una dinámica de sumar. De que todo lo que tenemos alrededor nos está catapultando al cambio y a mejorar nuestra delicada situación personal/profesional. Porque ya estamos convencidos de que cualquier reto que la gráfica nos proponga, lo vamos a conseguir, y esto inevitablemente nos afecta fuera de la sala. Empezamos a sentirnos más fuertes cada día y empezamos a eliminar esa sensación de que todo puede con nosotros, ahora empezamos a capitanear nuestro propio barco…

La música, es otra de las piezas fundamentales de nuestra resurrección, ya sabemos que ciertas melodías amansan a las fieras... pero otras también las despiertan. La música entra dentro de nosotros y nos lleva a miles de recuerdos felices, nos transmite sensaciones de fuerza, de alegría, de esfuerzo, de concentración y eso poco a poco nos ayuda a la reestructuración. Cosas que antes no sentíamos empezamos a volverlas a sentir.

Como cualquier reinicio, cuesta un tiempo que todo vuelva a su cauce. Pero estas fueron las herramientas que hicieron que yo personalmente resucitara. Cuando estamos fuera de este mundo, ni nos imaginamos lo que puede aportarnos, no es una simple clase en la que vamos, sudamos y nos volvemos al agujero. Es mucho más. Es una reorganización interna que lo único que puede traernos son cosas buenas. Plantar una pequeña semilla en nuestro interior que poco a poco irá creciendo y lo más impresionante de todo es que aunque estemos mal, regular o súper bien, sin apenas darnos cuenta, cada día nos sentiremos más y más fuertes, eliminamos nuestras propias barreras y dejamos de tener límites. A partir de ahora, todo es posible... ¿por qué no?

El artículo de hoy para mí, era muy especial, porque te lo cuento desde mi experiencia, sintiendo lo que yo sentí y abriéndome por completo para intentar ayudarte. Si te sientes identificado con esto, pruébalo. Si tienes algún amigo/a que está en esta situación, convéncele para que te acompañe a una sesión e intenta que el buen rollo que se genera se le contagie también. Solamente tienes que probarlo, no hay nada que perder y mucho que ganar, el bienestar, la felicidad y el volver a sentirte fuerte y vivo/a está dentro y comienza en ti, nosotros pudimos y te ayudaremos, ¿te animas?

Déjanos ayudarte a volver a ser tú mismo.

Déjanos volver a hacerte sonreír de nuevo.

Recuerda que la felicidad empieza con una sonrisa.

Practica Bestcycling.


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